Conversando entre mujeres, una anciana y su nieta se contaban sus intimidades acerca de hombres, sus gustos, preferencias y en medio de tan acalorada conversación, Fabiola, de ojos vivaces y sonrisa coqueta le pregunta a su abuelita:
¿Cómo se enamoraron tu y mi abuelo?
La abuela respondió:
Mi infancia no fue nada fácil, en el colegio tenía pocas amigas y las pocas veces que nos reuníamos era para hacer la tarea, sin embargo debido a mis altas calificaciones en Arte y Lenguaje, hice más amigas de las que hubiera imaginado, porque venían a pedirme consejos sobre esas materias.
Entre un grupo de amigas decidimos formar nuestro club: “La palabra y la música”; fue así que se nos abrió más posibilidades de interactuar en fiesta y reuniones con chicos de nuestra edad. En una de esas veladas artísticas conocí al que sería el amor de mi vida: Felipe, tu abuelo.
Pero tú dirás en qué momento fue que surgió el amor entre nosotros, paciencia pequeña deja que te explique paso a paso.
Primero que nada has de saber que tu abuelo ni me pelaba, es más creo que pensaba del grupo de chicas que se reunían para la velada, yo era la cerebrito, la nerd en otras palabras y nada tan lejos de la realidad como eso, porque yo me encargaba de la parte conceptual y creativa del colectividad, ¿ya te mencione que teníamos una banda? , se llamaba: Las Amazonas, porque éramos bellas y guerreras, no le hacíamos asco a nada.
Tu abuelo diría yo, como todo hombre era un picaflor, hasta que se topó con esta cholita y cayó rendido. Aunque al principio trataba de ocultar sus sentimientos, no podía evitar sentirse emocionado frente a mi presencia y se ponía nervioso y hasta tartamudeaba, pobre, lo recuerdo ahora como si fuera ayer.
Un día al final de la tarde me invitó a salir a tomar unas gaseositas con kequito a una panadería cerca de mi casa.
Y ahí entre olor a empanadas y café pasado me confesó que le gustaba y que quería estar conmigo: “Fabiolita, preciosa, tú me gustas quieres ser mi enamorada”. Yo que estaba templadaza de él acepté, pero le advertí que nada de cositas hasta el matrimonio.
Y así fue, primero saliditas al cinema o al parque por las tardes y después al caer la noche cada cual para su casa.
Al día siguiente me sorprendía al amanecer en la puerta de mi casa con flores.
Hasta que una noche me invito a su casa, no habría nadie ella, solo estaríamos los dos. Lo preparó todo una cena romántica a luz de las velas y luego encendidos por la pasión me entregué a él en cuerpo y alma. Lo que sucedió esa noche fue maravilloso, ahí concebimos a tu madre.
Fin